Índice
Graciela Musachi, Prólogo.
Silvia Elena Tendlarz, Cuando las mujeres escriben sobre las mujeres. A propósito de las posfreudianas y la sexualidad femenina.
Soraya Tlatli, La novela del automatismo.
Jorge Baños Orellana, Lucía Joyce, ¿Una psicosis unisex?
Miquel Bassols, La leyenda de la mujer sin nombre.
Eugénie Lemoine- Luccioni, La mujer, el deseo loco y la ley.
Marco Focchi, Una cualquiera.
Presentación
I was angry with the old man
With his talk of the man- strength
I was angry with his mistery, his mysteries
I argued till day-break
«El maestro» (H. D)
Cierta Maureen Dowd, no muy amiga de los feminismos -nos parece- ha concluido: «La historia moderna de las mujeres puede ser resumida en tres proposiciones: Las mujeres exigen igualdad. Las chicas sólo quieren pasarla bien. Las señoras anhelan entregarse… al ocio». Historia edificante que no podría ser la del psicoanálisis que encuentra, encarnado en las mujeres, algo que, alguna vez, Germán García tituló «Mujeres, decir la muerte».
Féminas se integra al main stream de las publicaciones actuales sobre y de las mujeres con la particularidad propia del campo freudiano que ha sido, desde hace más de cien años, el que les dio la palabra de un modo inédito. También haremos resonar en este campo la voz de una mujer que tiene con él relaciones que no podemos llamar «de exterioridad» y que nos interesan porque son las que marcan uno de los modos de existencia del psicoanálisis, el de las universidades de Estados Unidos, aquel que (como los estudios multiculturales) está al servicio del saber expuesto indiferente al «riesgo de la experiencia subjetiva tal como el psicoanálisis, precisamente entendido según Lacan, podría abrirles», en palabras de Jacques-Alain Miller.
Con las mujeres, es sabido, siempre queda algo por decir y es ese algo el que tratan de captar, a su manera, los autores de este libro curioso. Algunas tempranas discípulas de Freud disputaron con su maestro sobre el ahora topos del enigma femenino, de su masoquismo, su narcisismo, su frigidez, maternidad, mascarada, transferencia. Unas cuantas apostaron sobre los fondos de su propio ser al cual hicieron caso aunque otras hayan borrado muy bien sus huellas.
Enmarcadas así las féminas, se verá de entrada que las cosas se encaminan hacia la locura. Los malentendidos entre surrealismo y el psicoanálisis se ponen en acción al encontrase la locura de Lucia Joyce con la de Nadja. El psicoanalista busca en ellas la marca del sexo, dado que no le cabe la pos-modernidad del unisex de las estructuras clínicas. (A la excelente lectura de la universidad, en cambio, se le podrían repetir las palabras que Freud escribió sobre el padre del feminismo moderno, John Stuart Mill: leyéndola «uno jamás sospecharía que la humanidad está dividida en dos sexos ni que esta diferencia es la más importante que existe».)
Por un instante, esa locura se vuelve a hacer literaria en una leyenda de la mujer sin nombre que, entre otras cosas, pone algo de luz a la «nostalgia de que la mujer no sea una rana» (¡era lo que le faltaba decir a Lacan para hacer saltar la caja de Pandora!) y, con el mismo gesto, se introducen los avatares de un caso cualquiera, el de Eugénie Lemoine-Luccioni hablando con Lacan sobre la lectura o el de la lechuza exhibiendo su sexo abierto como esa analizante que nunca tuvo un nombre. Aquí están en acción las que dicen la muerte prohijando con la ciencia (madres cualquiera) la horda del futuro anterior.
«…un algo deliciosamente femenino en su trabajo intelectual… allí viene usted, despeja, pone bellamente en orden», halaga Freud las letras de Lou Andreas-Salomé. En esta locura, que en Lacan evidencia una lógica (al parecer freudiano, si es femenina se une a una estética), se siguen al final y paso a paso las consecuencias del axioma lacaniano: No hay relación sexual («La mujer no existe pero el Otro goce sí»). Entre la matemática y la mística, el psicoanalista pone en orden el Uno y el Otro para orientarse en lo que su clínica le presenta de a una.
Agreguemos que Féminas es asimismo el modo de inaugurar, en el interior de la Colección Orientación Lacaniana de la EOL, una serie que hemos querido internacional para que uno a uno, los psicoanalistas y aquellos que han sido interesados por su campo, manifiesten qué quiere decir una comunidad de trabajo que se orienta en una Escuela, la de Lacan, Escuela Una, en este caso.
Graciela Musachi.