Presentación
Flores malsanas
“Ella, la mujer, como la flor, sumerge sus raíces en el mismo goce”.
Les presentamos un nuevo volumen de la Colección de la Orientación Lacaniana.
Esta nueva serie es, por quinto año consecutivo, temática Imprevistos de lo real, bajo la
dirección de Claudia Lázaro, la inauguró. Siguieron Cuerpos salvajes, y luego
Mutaciones del sujeto contemporáneo y El problema de Lacan.
En este que es un nuevo libro les presentamos, junto con la conversación de Jacques-
Alain Miller en el teatro Sorano; un tema de actualidad, los feminismos. Hemos
invitado a los autores que lo componen, a hacer saber lo que piensa la orientación
lacaniana sobre estos temas de hoy, de la ciudad y de nuestra praxis. Si bien los
feminismos no son nuevos, son signos de esta época que desde hace ya tiempo
llamamos la del Otro que no existe.
La época enmarca modalidades de goce que nos interrogan y nos invitan como
psicoanalistas del nuevo siglo, a hacer el esfuerzo epistémico, clínico, y político, de
responder con las herramientas que están al alcance del psicoanálisis, en tanto
psicoanalistas, a los desafíos de la nueva época.
Un nuevo volumen entonces sobre la contemporaneidad, que es el campo del goce y sus
signos actuales. Como nos recuerda Gabriela Grinbaum en su texto, el psicoanálisis se
inscribe en el cambio epocal más por la pulsión que por el inconsciente?
En la época de la fragilidad del padre, ¿cómo se encuentra lo que hace de padre en la
configuración de los goces de hoy? ¿podemos pensar modalidades de lazo que no están
reguladas por el Nombre del Padre?
Emily Dickinson en el siglo XIX escribe: “Se dirigen a un Eclipse, cada mañana, al que
llaman “Padre”.
Estamos en una nueva época. Una vez más, escriben los psicoanalistas sobre lo que
enseña hoy la experiencia del psicoanálisis, en un intento de conmover el marco de la
época en el que ella se inserta. Una vez más, el partenaire del psicoanalista es la
civilización.
Verán que hemos llamado de diversos modos a estos temas cruciales. Podrán recorrerlos
desde sus títulos, y a través de sus páginas, a través de los colegas de la EOL y de la
AMP que invitamos a escribir, a conversar, polemizar, sobre feminismos, ya sea como
modos de tratamiento de lo femenino en esta era de la declinación del padre; ya sea como tratamiento de lo imposible de escribir, ya sea como síntoma del malestar en la
civilización, ya sea por su incidencia en el encuentro y desencuentro entre los sexos.
Los autores, que se prestaron con su estilo singular a la tarea de la escritura; han hecho
de este volumen un crisol con tonalidades diversas.
Cada uno tiene la audacia de aventurarse en la lengua del psicoanálisis sin estándar, no
homogéneo, como dice Eric Laurent, cada uno arriba a hacer valer nuestros conceptos,
mostrando como estos son incorporados de forma suficiente.
Agradezco especialmente a Leonardo Gorostiza, que asumió con gusto y generosidad la
tarea de asesor. A mis colaboradoras, Andrea Berger, Brigida Griffin, Paula Gil, Ruth
Gorenberg y Laura Petrosino; magníficas lectoras y trabajadoras decididas, discutidoras
atentas, y conversadoras entusiastas que hicieron muy grata la tarea y mostraron una vez
más, que la transferencia de trabajo es lo vivo de la Escuela y que el trabajo en la
Escuela no es sin los otros.
A Diana Wolodarsky por dedicarse desde su gestión a promover el lazo de trabajo que
mantiene viva la Escuela.
Esperamos que disfruten su lectura, y que deje una enseñanza, en el sentido que la
define Miller “en la enseñanza hay que desmentir la ilusión de soledad del psicoanalista,
que le viene, naturalmente, de su práctica… ilusión que proviene de la identificación con
la verdad, …podemos calificarla de ilusión. Es lo que aporta la definición misma de
discurso en Lacan, como lo expresa en su Radiofonía, un discurso no puede sostenerse
con uno solo. Su fundamento es el concepto de discurso, hay el lazo social. La soledad
es una ilusión”.
El que escribe no está solo.
Baudelaire dedica sus flores malsanas al lector, al que llama su hermano, su semejante.
Dice allí: “En la jaula infame de nuestros vicios, hay uno más feo, más malo, más
inmundo. Si bien no produce grandes gestos ni grandes gritos, haría complacido de la
tierra un despojo y en un bostezo se tragaría el mundo: el tedio”.
Entonces, al psicoanalista concernido le dedicamos este volumen. A su esfuerzo de
poesía, esperando que el libro entusiasme, deje huella, a quienes estamos mordidos por
el deseo de saber, y el trabajo de escuela.
Paula Rodríguez Acquarone