Sumario
Presentación
Gabriela Basz
1.Cicatrices del Padre
De las crisis identitarias a los triunfos de las religiones
Eric Laurent
Trauma en los cuerpos, violencia en las ciudades
Miquel Bassols
- Un orden de hierro
The baby in the box
Leonardo Gorostiza
Un nuevo paradigma del poder
Marcelo Barros
Malestares en tiempos del goce. Una lectura sobre las mutaciones del sujeto contemporáneo
Paula Vallejo
El sujeto contemporáneo ha perdido el valor de lo sagrado
Hugo Mujica
- Entornos del vacío
Huraño y la ciudad
Graciela Musachi
El Hiper-Zombi. Una posible interpretación de las mutaciones del sujeto contemporáneo
Jorge Assef
La delantera
José Luis Tuñón
Escritores del goce
Gastón Cottino
Un lector que espera siempre lo peor
Samanta Schweblin
Presentación
¿Es el psicoanálisis constituyente de una ética a la medida de nuestro tiempo?, se preguntaba J. Lacan en Bruselas, en 1960. Nuestro campo, freudiano, sostiene desde hace varios años esta pregunta en relación al orden simbólico en el siglo XXI.
Hemos convocado a algunos colegas a escribir acerca de las mutaciones subjetivas contemporáneas. Lo hacen sumando aportes de la política, la religión y el arte. También convocamos a la escritora Samanta Schweblin y al sacerdote y poeta Hugo Mujica.
Inesperadamente, el libro se fue poblando de figuras inquietantes, como las de “Huraño en la ciudad”, “The baby in the box”, “Zombi hiper-moderno”, “kamikaze”, “Lector que espera lo peor”. ¿Paradigmas de la época?
Apostamos a que la Colección Orientación Lacaniana sea un lugar habitable por esa otra mutación subjetiva que Lacan llamó “deseo del analista” y del que, aun atravesados por los otros discursos, intentamos dar cuenta una y otra vez. A continuación, una pincelada de lo que para nosotros son algunos de los aspectos fundamentales de cada contribución.
Abrimos el libro con una conferencia de Eric Laurent titulada “De las crisis identitarias a los triunfos de las religiones”.
Realizada pocos días después de los atentados en París de noviembre de 2015, parte de un notable análisis de las posiciones de diferentes especialistas del Islam. Laurent plantea la religión “como un lazo social en sí y no como un pretexto”. Pero ¿se trata de la relación Dios-Padre Universal o habrá que pensar el lazo con la comunidad a partir de cómo construye cada religión ese mismo lazo? El autor se pregunta acerca de lo que opera de causa en el modo de matar-hacerse matar, recortando la pulsación o intermitencia de la pulsión de muerte al momento de acometer el pasaje al acto. A partir del sintagma de Hollande, “una horda de asesinos”, se interroga el estatuto de dicha horda tomando como punto de partida los planteos de Totem y tabú y su relectura a partir del seminario La ética del psicoanálisis. Laurent establece el punto de conexión de las religiones judeo-cristianas en torno a la religión del Padre y el Hijo y la diferencia que plantea el Islam: la separación de Dios y Padre y su consecuencia, la efectuación de una “horda de hermanos”, una “fraternidad de goce más que un lazo común al padre”. De allí la frase de Miller: “Alá no es un padre. Alá es el Uno”. Es con este recorrido que retoma al Lacan que, dirigiéndose a los católicos, augura el “triunfo de la religión”, dando por tierra la idea de “religión de la salida de la religión”, ya que cada vez más será necesario que (las religiones) den un sentido a todas las perturbaciones que introduzca la ciencia. Pero el triunfo de la religión se decía allí en singular. Jacques-Alain Miller, por su nominación de un “triunfo islámico”, nos muestra ahora que hay que hablar de triunfos de las religiones en plural. Habrá pues que renunciar a la ilusión de una dirección única de la historia hacia la secularización y tomar en serio la advertencia de Lacan.
En su intervención “Trauma en los cuerpos, violencia en las ciudades”, Miquel Bassols parte del análisis del fenómeno traumático a partir del (nuevo) real descubierto por el psicoanálisis. Plantea que el Nombre del Padre, al estar en declive, se revela como un semblante más y no puede disolver la experiencia del malentendido del goce entre los sexos (presentado a partir de un bello cuento de la tradición zen). Dice Bassols que, frente al problema irreductible del Otro como traumático, hay dos vías: la construcción del fantasma y el pasaje al acto violento. Pero el fantasma, como respuesta a este goce del Otro, es cada vez más tenue y cumple menos su función de pantalla de lo real traumático. El sujeto se encuentra así más cerca del pasaje al acto violento. La epidemia de violencia de género, ante la imposibilidad de reciclar esa alteridad que el goce femenino hace presente entre los sexos, es ejemplo de ello. También los pasajes al acto que producen experiencias traumáticas en masa. Sobre el final de su interesante conferencia Bassols se pregunta “¿cómo escribir después del acontecimiento traumático imposible de decir?”. Y plantea, como una suerte de imperativo ético para el psicoanálisis, el hecho de que es necesario escribir algo sobre lo imposible de soportar, sobre la experiencia traumática.
Leonardo Gorostiza, en “The baby in the box”, describe bellamente la imagen fotográfica de una niña pequeña que sonríe dentro de una “Baby box”, para referirse a la posición de su padre, B. Skinner, el propulsor de un conductismo radical. Sus investigaciones en conducta animal son traspuestas a los principios de la psicología humana. La comunidad ideal diseñada por Skinner, advierte Gorostiza, tiene algo de la Baby box: no hay excesos ni desmesuras, es absolutamente homeostática. Para que esto sea posible hay que impugnar toda acción política, abolir el concepto de libertad y, esto es esencial, debe ser controlada por expertos. Entronización del discurso universitario, que en conjunción con el discurso capitalista, implican la evacuación del amor y de la transferencia. Discurso que rechaza toda idea de un sujeto responsable y con posibilidades de invención y creación. Encontramos en este punto un paradigma de la mutación subjetiva contemporánea: “el consumidor del saber del experto”. Para el autor de este contundente texto, el discurso analítico, ajeno a toda vocación de dominio, trabaja para mantener abierta la hiancia que surge de su antipatía estructural con el discurso universitario.
En “Nuevos fenómenos de masa”, Silvia Ons trabaja lo que denomina “fenómenos de masa a escala discreta”. Observa cómo Lacan aúna capitalismo y forclusión, a diferencia de Freud en El Malestar en la Cultura, donde la exigencia victoriana de represión tenía por efecto una sociedad neurótica. Fenómenos de masa a escala discreta, tal la nueva modalidad propuesta en la que lo común, lo que identifica, ya no es el líder o la idea rectora. En la fiesta electrónica, que la autora trabaja de manera admirable como paradigma, lo que identifica es la pastilla que hermana en una percepción corporal. Pastilla que, como producto de consumo en el automaton del capitalismo hipermoderno, conlleva la exigencia feroz de fiestas que nunca concluyen. Esta “hermandad del todo vale” –en la fiesta– conlleva la “intolerancia más brutal”, que cae como índice de la segregación en juego en el ideal de lo políticamente correcto.
Por otra parte, en su texto “Un nuevo paradigma del poder”, Marcelo Barros plantea que la estructura del capitalismo se lee en un “sin pausa”. Este ejerce un nuevo modo de poder no patriarcal que prescinde de la sugestión inducida por el líder o la autoridad. Lacan traduce explícitamente el imperativo categórico kantiano a los términos de la moderna tecnología: actúa de tal modo que tu acción sea susceptible de ser programada. Esto, nos dice Barros, es lo fundamental para tener una mínima comprensión del sujeto contemporáneo. El poder dominante tiene más alcance que los anteriores, justamente porque prescinde de la autoridad (he aquí una paradoja muy interesante tratada en el artículo): cuando la instancia del Nombre del Padre se hunde, queda un orden, pero al que Lacan designó como “orden de hierro”.
El texto de Paula Vallejo “Malestares en tiempos del goce. Una lectura sobre las mutaciones del sujeto contemporáneo”, elucida nuestro tema a partir de las “mutaciones del discurso”. Toma variados aportes de la sociología, de la filosofía y, particularmente, del psicoanálisis, al analizar en detalle la teoría de los discursos de Lacan. Se detiene especialmente en las mutaciones del discurso capitalista en relación al discurso del Amo, cuyos efectos encontramos en las “nuevas presentaciones sintomáticas” y conlleva un esfuerzo y exigencia de reformulación de nuestra práctica. Paula Vallejo, con una gran generosidad y despliegue epistémico, da un abanico de respuestas a dicha reformulación, sosteniendo en su acto de escritura “la apuesta viva del psicoanálisis”.
En “Huraño y la ciudad”, Graciela Musachi nos lleva a pasear por varias ciudades y, entre pasajes, subterráneos, grietas y guaridas se pregunta quién es el nuevo protagonista de la ciudad. Los fantasmas colectivos sostienen al protagonista de la ciudad, la masa, realizada materialmente hoy como multitud: seres que se creen dueños de darse un nombre diferencial que resulta en una diferencia débil, quedando atrapados en identificaciones masificantes. El empuje a lo ilimitado que toma forma en el mercado hizo nacer la ficción del gran homicida y su acto aislado que, a diferencia del antisocial del siglo xix, que se escondía en la masa para no dejar huellas, deviene síntoma de la sociedad e inquieta a los que creen que hay comunidad. Para Musachi, en esta configuración de la modernidad, entre los fantasmas colectivos que aflojan lazos y el padre trasmutado en síntoma para cada uno, se juega la existencia de “huraño y la ciudad”.
Jorge Assef, en su texto “El hiper-zombi” nos invita a una original interpretación al proponer la figura del “zombi-hipermoderno” para ilustrar la mutación del sujeto contemporáneo. Correlaciona la temática clásica “de los muertos vivos” dentro del género del terror con una versión hiperactualizada, como metáfora de los efectos subjetivos producidos en nuestra época. La hipótesis de Assef sobre el hiper-zombi como construcción cultural, como semblante que expresa el reverso descarnado, ominoso, del sujeto hipermoderno –el retorno horroroso del empuje al exceso–, es audaz e ingeniosa. Y devela de manera sutil pero certera el carácter moebiano de la dimensión de la ficción.
Partiendo de la cita de Lacan “El artista siempre le lleva la delantera al psicoanalista”, J. Luis Tuñón, en su ensayo “La delantera”, aborda los movimientos de acercamiento y distanciamiento entre arte y psicoanálisis, articulados a partir del concepto de “aura” de W. Benjamin. En el camino de ubicar los cambios surgidos en el régimen del arte, el autor arriesga una idea fuerte: es el psicoanalista quien lleva ahora una pequeña delantera por haber aprendido a hacer con su condición de desecho. Desde el cine y la literatura recorta la figura del mutante, algo no humano, siniestro, ejemplificando con la clínica mutaciones propias y ajenas. Se pregunta, finalmente, si en la actualidad la imagen e internet son responsables del borramiento del trabajo del artista, que algunas veces solo tiene para ofrecer la presentación de su propio cuerpo ¿Rendición del arte?
¿Qué sujeto nos presenta la literatura contemporánea?, se pregunta Gastón Cottino en “Escritores del goce”. En su texto plantea la diferencia entre la escritura moderna, apoyada en el inconsciente estructurado como un lenguaje, y la escritura actual que presenta como escritura del goce. El desarrollo cabalga entre las “escrituras de sí”, las “literaturas del yo” y el género más reciente nombrado “auto-ficción”. Toma especialmente como referencia la escritura de Tamara Kamenszain para dar cuenta de la singularidad e invención, más cerca de la palabra gozada, de la palabra poética. Diferencia entre el escritor del placer, que acepta la letra y renuncia al goce, y el escritor del goce, cuyo texto puede ser alcanzado, no interpretado. Para G. Cottino, la literatura posmoderna, o pospaterna, pasa por los textos del goce nombrando algunos referentes de esta literatura (Cristine Angot, Gabriela Cabezón Cámara) que está en consonancia con el sujeto posmoderno.
Se trata, entonces, de un libro a ser leído en la línea de El Malestar en la cultura hipermoderna, recordando siempre que la clínica psicoanalítica pulsa entre las diversas invenciones e interpretaciones de los autores.
Gabriela Basz
(Con colaboración de Andrea Berger, Adriana Lafogiannis, Gustavo Slatopolsky y Esteban Stringa)