AA.VV. Cuerpos salvajes. El significante es la causa del goce

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Sumario

Presentación
La fiesta de casamiento
Claudia Lázaro

Conferencia
El discurso y lo real de la violencia
Eric Laurent

Conferencia
Lo femenino, entre centro y ausencia
Miquel Bassols

Conversación

Modos de hacer con lo femenino
Entrevista a Amelie Nothomb

“Es mi embarazo número ochenta y uno”

No hay un “soy” mujer
Graciela Brodsky

Algunas cuestiones de la vida trans
Oscar Reymundo

El psicoanálisis no es un saber sobre lo sexual
Ernesto Derezensky

Iteraciones salvajes
Alcoholismo salvaje. El alcoholismo, los cuerpos y el amor
Marisa Chamizo

Defecto de escabel – ¿Qué sabe Peter Greenaway sobre lo que el psicoanálisis enseña?
Daniela Fernández

Cuerpos encerrados
Irene Greiser

Espectadores del horror
Marisa Morao

El mundo como violencia
Silvia Ons

Cuerpos performáticos
Virginia Notenson

¡Ese no es un padre!
Adriana Laión

Terrorismo doméstico
Eduardo Suárez

Cuerpos “incestuados”
Gabriela Laura Basz

Adolescer un cuerpo
El elefante salvaje
Mónica Wons

Cuerpos en la ciudad
Francesc Vilá Codina

Muerte en la escuela, odio en el mundo
Enric Berenguer

Anorexia y cuerpo sexuado
Nieves Soria Dafunchio

Vivir el lenguaje
Hugo Savino
Entrevista realizada por Marita Salgado

Presentación

La fiesta de casamiento

 

La idea de trabajar «el cuerpo» parte de la orientación de la AMP y del próximo Congreso que tendrá lugar en Río de Janeiro en 2016.

La fórmula «Cuerpos salvajes» fue una propuesta de Silvia Baudini -parafraseando la película Relatos salvajes, y al comité editorial nos gustó y nos interesó.

Las distintas partes del libro pueden modular el título o declinarlo. Por ejemplo: cuerpo y arte, cuerpos en las guerras, en las cárceles, cuerpos que se tallan, se operan, que se consumen -como en la anorexia-, cuerpo y pasajes al acto. Cuerpo y transexualidad. También tenemos toda una declinación de lo femenino: sus bordes, sus formas de rechazo.

Salvaje es lo opuesto a civilizado. Puede ser «cruel», también lo que no está pautado, fuera de programa (una huelga salvaje es la que se realiza sin previo aviso, sin anunciarse).

Entonces: no se deja regular por el falo, lo atraviesa, dejando ver lo que no debe verse, lo que está velado. Atraviesa la imagen amable, la buena forma, lo bello.

Trabajando el texto de Miller para el próximo Congreso y las orientaciones para el Encuentro Americano que tuvo lugar en septiembre de este año, podemos considerar algunos ejes de trabajo en nuestro libro.

Si tuviéramos que definir hoy el estadío del espejo, ¿qué particularidades tendría? La hipótesis de preparación del Encuentro es que los recursos del Otro para dar consistencia al niño ya no son los mismos: a partir de que están trastocadas las identificaciones de los padres (o quienes estén ahí para auxiliar al niño) el sentido de la existencia ya no se transmite igual. Hay una profusión de imágenes fragmentarias y de «fragmentos de discursos» con los que el niño deberá sin embargo armar su yo, su cuerpo y como consecuencia, una imagen del mundo. La lengua científica propone una serie de nombres y significantes que gravitarán -en el sentido de «materia prima», los que forman, los que dan letra- a la hora de tener o de hacerse un cuerpo.

De los registros que hacen falta para sostener al sujeto, -I.S.R.- vamos a extraer las tres nociones que propone Miller, que hacen un nudo: debilidad, delirio y embaucamiento. La debilidad permite tomarse como Uno, hacer de la imagen – las imágenes- una apropiación tal que reúna nuestras piezas sueltas.

Para articular los dos términos de nuestro trabajo -cuerpo y salvaje-, imaginemos una «fuerte debilidad», un uno que se toma por Uno. Puede ser muy salvaje el que cree que puede unificarse, que la imagen efectivamente puede suturar las piezas sueltas hasta hacerlas desaparecer. Esto podría dar una forma de salvajismo. En el extremo de la debilidad, podríamos obtener fenómenos de cuerpos salvajes, dando -por ejemplo- un tirano. Un tirano «doméstico», y podríamos obtener los hechos de maltrato, hasta de femicidio o infanticidio.

El delirio: armar un relato (unos relatos) -simbólico- a partir del cual podamos creer en esa unidad que somos. Conocemos muchos ejemplos de delirios que podrían dar como efecto, como consecuencia, cuerpos salvajes. Una colega que trabaja en un hospital público me explicó cómo horadó el delirio de toda una familia que a partir de sus creencias dudaba en autorizar los procedimientos médicos -que incluían la transfusión de sangre- para un joven que estaba en estado grave. Les pidió a todos y a cada uno de ellos que se comprometan con su firma en un documento, autorizando las indicaciones médicas. Ya sea porque se repartía la culpa por la transgresión, o bien porque al colocar sus nombres en una lista de miembros de la familia, se responsabilizaron ante la comunidad y se inscribieron en un registro simbólico del Otro -hospitalario en el caso-; el procedimiento permitió el trabajo de los médicos y que el joven se salvase.

En la cárceles, las auto y hétero agresiones a veces son ejemplos de delirios, de realización (realización) de la báscula imaginaria llevada a su filo más mortal: es «él o yo» en un espectro de variaciones. Son una muestra lograda del agujero que desde lo real no deja de no inscribir la falta, que en lo simbólico… falta.

El embaucamiento: sólo los que se engañan no yerran.

Como dice Miller, lo real no tiene sentido pero no puede ser otro que el que es. De ese modo, lo que no miente es el goce, y lo mejor que le puede pasar al ser hablante -su «única lucidez» – es una cierta orientación por su real (a condición de reconocer que se trata de una orientación que no señala ninguna dirección de la existencia), sino que permite una existencia que soporta su síntoma y hace lo mejor que puede con él.

Tomaré un ejemplo para poner en juego esta tríada; en la película Relatos Salvajes, la historia del casamiento. En la fiesta todo está pautado y organizado: cada detalle ha sido pensado, todo está preparado para el baile y el banquete. La mirada de la novia se encuentra con lo que no debía verse, lo que tenía que permanecer velado. Sin embargo, una vez que ha visto, ella no mira para otro lado: los tiempos lógicos se suceden precipitadamente y la conclusión llega. Todos los brillos fálicos caen: ya no importan el vestido, ni el peinado, ni los zapatos, ni los invitados que asisten al diálogo de los novios durante el vals. Ya no cuenta nada: eso es lo salvaje. Lo que hace un instante era esplendor y belleza, cae. El film nos hace pensar que ella también puede caer. Sin embargo, la ficción produce un giro, el encuentro fortuito con el cocinero hace recobrar la buena forma y ella ya no está al borde del precipicio, vuelve a los encuentros y desencuentros que siguen en la comedia. Habrá que hilar fino: ¿son las palabras del cocinero con su «tenés toda la vida por delante…» y el bla bla bla que sigue?, ¿es el cuerpo -que entra brusca y fogosamente en escena- lo que hace girar a la protagonista y volver para vengarse, pero sobre todo para re-crearse? ¿Cómo juegan los tres elementos en cuestión?

La debilidad: Representada por la imagen de los novios, y el baile que debía hacer mover al compás a los novios e invita-dos. Pronto se revela la otra cara del baile, no hay nada por lo que bailar: el engaño y la burla de la otra mujer resquebrajan la unidad… muestran la fragilidad de la unión amorosa.

El delirio: la fiesta judía, con sus ritos, su significación de prosperidad que se expande, que se expresa con la nueva pareja. La venganza también es una forma de delirio -¡aun teniendo en cuenta el efecto en la carne de los cristales rotos!

¿Qué sería dejarse embaucar en el ejemplo? ¿Hay algún trozo de real que se roza en la tragicomedia? Puede ser: más allá de la ruina de la fiesta, la fiesta del cuerpo que olvida hasta a los invitados. El ojo del espectador que goza desde su butaca, el de Szifron que dirigió…

Debo terminar, es mejor ir directo al libro. «He reflexionado sobre la cuestión de los prefacios y elijo seguir el célebre consejo de Polichinela a los que van a casarse: no explicar es, todavía una de las principales condiciones para la imposición y la victoria».

Claudia Lázaro

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